viernes, 23 de octubre de 2009

BÉCQUER, en las postrimerías del Romanticismo




Con Bécquer, la poesía romántica se despoja de su tono retórico para encontrar la sencillez y la autenticidad en la expresión del sentimiento. Frente a la enormidad romántica, Bécquer aporta una poesía depurada y desnuda que lo convertirán en un referente para ulteriores poetas.



La desnudez poética en Bécquer es referida por Galdós en un pasaje de su reseña “Las obras de Bécquer” (1871)

“ Desnudas de artificio, simples como los productos de la naturaleza, nos transmiten las sensaciones diversas de un espíritu turbado por perpetuas visiones, y por sed insaciable de perderse en la vida infinita. Algunas no son más que un lamento, deseo fugaz, una idea que pasa, un lejano rumor que se percibe y despierta múltiples y encontradas sensaciones...”



RIMA IV
No digáis que agotado su tesoro,
de asuntos falta, enmudeció la lira.
Podrá no haber poetas,
pero siempre habrá poesía.

Mientras las ondas de la luz al beso
palpiten encendidas,
mientras el sol las desgarradas nubes
de fuego y oro vista,

mientras el aire en su regazo
lleve perfumes y armonías,
mientras haya en el mundo primavera,
¡habrá poesía!

Mientras la ciencia a descubrir no alcance
las fuentes de la vida,
y en el mar o en el cielo haya
un abismo que al cálculo resista,

mientras la humanidad siempre avanzando no
sepa a do camina,
mientras haya un misterio para el hombre,
¡habrá poesía!

Mientras se sienta que se ríe el alma,
sin que los labios rían,
mientras se llore, sin que el llanto acuda
a nublar la pupila,

mientras el corazón y la cabeza
batallando prosigan,
mientras haya esperanzas y recuerdos,
¡habrá poesía!

Mientras haya unos ojos que reflejen
los ojos que los miran,
mientras responda el labio suspirando
al labio que suspira,

mientras sentirse puedan en un beso
dos almas confundidas,
mientras exista una mujer hermosa,
¡habrá poesía!



RIMA VII. DEL SALÓN EN EL ÁNGULO OSCURO

Del salón en el ángulo oscuro,
de su dueño tal vez olvidada,
silenciosa y cubierta de polvo,
veíase el arpa.

¡Cuánta nota dormía en sus cuerdas,
como el pájaro duerme en las ramas,
esperando la mano de nieve,
que sabe arrancarlas!

¡Ay, -pensé-, cuántas veces el genio
así duerme en el fondo del alma
y una voz, como Lázaro, espera
que le diga: “Levántate y anda”!

1 comentarios:

Mateo Collado dijo...

A mí me gusta más la Rima IV porque es más marchosa y supongo que a casi toda la clase le gustara más ésta.

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